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Las Situaciones Particulares de Stress
Art.: 70 Fecha: 20-09-2016

 


La mayor parte de los Geriatras están de acuerdo en que la tercera edad, la edad de la jubilación, es una edad crítica y factor de un stress específico..


La jubilación constituye un cambio total que priva bruscamente, de un día al otro, al individuo de un conjunto de estimulaciones indispensables para la vida. De ello resulta una situación de subestímulo y de frustración debida a la ausencia de actividad y de responsabilidades, a la pérdida de la notoriedad, de la consideración, y en ciertos casos, del papel de eje, de patrono con plenos poderes; frustración material debida a la amputación del sueldo que con mucha frecuencia resulta insuficiente; frustración física debido al declinar de las fuerzas y a la enfermedad, más frecuente en esa edad; frustración sexual y frustración afectiva favorecida por el aislamiento familiar; y sobre todo frustración Psicológica engendrada por el sentimiento de inutilidad, el final de la ambición y de la esperanza. Ya no hay nada más que experimentar, nada que realizar. Es la pérdida progresiva de la autoridad y de la personalidad, reduciendo la jubilación al ocio y al tedio.

El stress de la Jubilación está marcado entre las categorías sociales más desfavorecidas, pero también se da en todas las personas que no han preparado su jubilación, que no tienen ningún hobby, ni intereses extraprofesionales; aquellas para las que el trabajo era la única finalidad y la única distracción. Para esas personas la Jubilación puede resultar dramática.

El número de suicidios es un reflejo del malestar social, en Francia por ejemplo el número de suicidios aumenta con la edad y es dieciocho veces más alta en el hombre de 85 años que en los jóvenes entre los 15 y 19 años. Es mucho menos importante en la mujer.

El envejecimiento, pero sobre todo la vejez confirmada, es todavía un factor mayor que el stress.


Superestimulación como Factor de Stress

La superestimulación es un factor de Stress característico de las sociedades industrializadas. Y se produce por solicitaciones Psicosensoriales violentas, simultáneas, numerosas y dispares, que exigen una adaptación que supera los límites de adaptación normal y que puede llegar a una parálisis de la adaptación y de la decisión. Es lo que se produce en casos de catástrofes, de Guerra, y en menor gado entre las personas dirigentes y más general a toda persona sometida a la presión permanente del cambio y de la superabundancia de información.

Existe superestimulación en todos los casos en los que el individuo ha de hacer frente a modificaciones profundas y rápidas del medio ambiente y a situaciones extrañas y repetidas.

La superestimulación se puede ejercer sobre los sentidos, sobre el pensamiento o sobre la decisión.

Subestimulación como factor de Stress


Lo mismo que en la superestimulación, la subestimulación crónica es un factor de mal stress, responsable de alteraciones psíquicas u de degradación mental.

El tedio, un trabajo carente de interés, la jubilación brusca de un hombre habitualmente muy activo, y unas vacaciones excesivamente tranquilas pueden así mismo acercar a un estado de subestimulación.

La solución ideal reside en el justo término medio, es decir, una dosis equilibrada de súper y de subestimulación. Y está dada en función del perfil psicológico. Del ritmo biológico de cada uno, de la finalidad que se pretende alcanzar y de la velocidad con que se quiere y se puede llegar a ella.

Nosotros tenemos necesidad de subestimulación cuando nos vemos abrumados de trabajo, pero así mismo de superestimulación cuando nos mostramos apáticos. En esos casos, tanto lo uno como lo otro resulta beneficioso y causa un buen stress. Lo que hay que evitar, como en todo, es el abuso en uno u otro sentido.

El Stress de la Decisión


Es el stress del hombre moderno, asaltado por una superabundancia de información y obligado a elegir, a seleccionar y a decidir.

La superabundancia de información y de situaciones nuevas puede desembocar en un estado de apatía, de abandono, de agotamiento, además de una depresión nerviosa y de psicosis.

Las decisiones nuevas son imprevistas y no están programadas por nuestro cerebro; existe un esfuerzo de adaptación y otras costumbres.

Resultan más costosas en el plano psíquico, ya que han de tener en cuenta lo desconocido, lo imprevisible, y han de ser justas y eficaces.

El Stress de Realidad y el Stress de Seguridad


La percepción de la verdad y de la realidad puede provocar un stress violento cuando la realidad no está conforme con la imagen que uno se ha formado. Es un stress de decepción, generador de un sentimiento de frustración, y la frustración es un stress muy malo, probablemente el más nocivo.

El stress de seguridad es engendrado por el exceso de seguridad física, y también material afectivo. Pero al contrario, la inseguridad ofrece un stress muy violento: la inseguridad material, física., afectiva. y sobre todo el hambre, ciertamente verdadero stress de nuestra época y el más difundido, puesto que afecta a la mitad de la humanidad.

Profesiones más expuestas al Stress


Hay ciertas profesiones en las que los individuos están más expuestos al stress.

Ante todo hemos de definir la palabra stress. Hans Selye habla de acontecimientos de la vida que son desagradables (distress) o beneficiosos (eustress) para el organismo. El cambio, o el miedo o lo desconocido produce ansiedad y stress.

Las personas que deben hacer frente a decisiones repetitivas y rápidas por razón de su profesión se encuentran especialmente sujetas al stress, y con mayor motivo si sus decisiones tienen consecuencias más importantes, incluso en ciertos casos, cuando se trata de vida o muerte, así los controladores aéreos, los médicos y las enfermeras que ejercen en centro de cuidados intensivos están expuestos a un stress profesional crónico e intensivo. Otro grupo profesional cuya decisiones están sometidas al control público (los legisladores, los diplomáticos, los abogados.) notan asimismo mucho stress vinculado a las implicaciones de sus decisiones.

El Stress de los Dirigentes.


Numerosos factores que actúan de forma simultánea hacen del personal del mando, de los directores generales, y de quien ostenta un cargo general, un blanco ideal del stress y una víctima frecuente del estado de stress crónico.
El personal de mando reúne todas las condiciones generadoras del mal stress: responsabilidades numerosas y diversas, trabajo excesivo, sobre todo intelectual, que supera en mucho las ocho horas diarias, tensión psicológica continua, competición, marcha contrarreloj, obligación constante de adaptarse a situaciones nuevas, a datos evolutivos, inestables, imprevisibles, y al propio tiempo el deber de prevenir, de escoger y de decidir en toda circunstancia a pesar de los azares y riesgos, y las consecuencias que puedan a cada instante trastocarlo todo.

Tantos factores de superestimulación, de angustia y de stress a los que hay que añadir con frecuencia abuso de bebidas alcohólicas añadidos a comidas desequilibradas y excesivamente ricas en alimentos causantes de stress. Y todo ello insuficientemente compensados por los factores indispensables de un buen stress, vida familiar, ratos libres, relajación, deportes con excesiva frecuencia sacrificados por razón de falta de tiempo o perturbados por el agotamiento, la fatiga y la irritabilidad.

De todo esto resulta con frecuencia un agotamiento precoz que se manifiesta por medio de una sintomatología polimorfa y engañosa, que puede revestir cualquier apariencia psicosomática, digestiva, cardiovascular, cutánea, sexual, etc. La fatiga raras veces está ausente, pues suele aparecer desde que la persona se despierta. Los trastornos del sueño también son muy frecuentes y resultan muy evocados.

Ciertas personas se adaptan bien a esta forma de vida, a la solicitación permanente que para ellas representa la fuente principal de intereses y de placer.

Su poder de adaptación y su nivel de stress le autorizan a vivir "al redoble del tambor" y a un ritmo acelerado permanente. Esas personas llegan a transformar el mal stress en bueno. Sin embargo, el poder de adaptación de los seres mejor templados no es ilimitado; además, si la energía de adaptación no se utiliza más que en el plano psico-emocional y es poco empleada físicamente e insuficientemente compensada por una actividad deportiva, esa energía se acumula peligrosamente a nivel de distintos órganos (corazón, arterias, cerebro.) que al final se verán afectados (hipertensión arterial, infarto, hemorragia cerebral.)

La sobrecarga de stress que afecta con frecuencia al personal de mando no es ciertamente extraña a los accidentes de salud de los dirigentes políticos que, de forma regular, aparecen en la primera página de los periódicos.

En los dos casos, hay que moderar la superestimulación y la agresión psico-emocional permanente y, en todo caso, no sobreañadir a la agresión psicológica los efectos nocivos de los otros factores de riesgo, como el nicotismo, el consumo abusivo de bebidas alcohólicas, el exceso de peso y la vida sedentaria.



Prof. Dr. Oscar Sapena Pastor
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