Un grupo importante de matrimonios desarrolla
una forma de interacción que los sexólogos denominan
“Matrimonios sin sexo”. No tienen relaciones sexuales
o tienen algunas esporádicas y malos encuentros íntimos.
Este problema no respeta edades. El sexólogo clínico,
Oscar Sapena Pastor; realizó para Teveo un analísis
de esta situación.
La causa fundamental de los “matrimonios
sin sexo” es que se ha instalado una disfunción
sexual. Es decir, uno o amos miembros de la pareja expresa
que no disfruta plena y adecuadamente de las relaciones sexuales.
En ellas, el hombre ha desarrollado un problema
de erección, o su eyaculación es rápida
o no tiene deseos sexuales; mientras que la mujer no se excita,
no se moja, no se lubrica, no llega al orgasmo o tiene un
bajo deseo sexual.
Los sexólogos clínicos mundialmente
afirman que cuando la interacción sexual es menor a
una relación sexual cada 10 días, existe un
problema de interacción sexual hipoactiva.
Por otro lado, en los matrimonios de edades
superiores a los 45 años de edad se deben descartar:
problemas cardiovasculares, hepertensión, hipotensión,
medicación por hipertensión, diabetes, artritis,
artrosis y su medicación, depresión, medicación
con ansiolíticos, antidepresivos, sedantes, tranquilizantes,
alcohol, tabaco, obesidad y sus complicaciones. Es “importante
descartar un problema de salud general”.
Tanto en matrimonios de edad como en jóvenes
existe un “factor disparador” que comienza a “evitar”
la interacción sexual. Ello es porque la buena relación
sexual es “euforizante”, libera sustancias que
nos hacen sentir bien, son los neurotransmisores, como las
endorfinas y los alfa y beta diol derivados; y la mala relación
sexual es depresiva, hace sentir mal a las personas; y hay
que recordar que el ser humano busca el placer y evita el
dolor. Es por ello y como consecuencia de uno de los “factores
disparadores” antes mencionados, que se instala una
cadena de eventos sicológicos que hacen que la pareja
finalmente no tenga relaciones sexuales; a ello se suman,
además del fracaso, el hastío o la rutina de
malas relaciones sexuales.
Estos eventos desencadenantes instalan un
síndrome sicológico que se inicia porque uno
de los integrantes de la pareja experimenta temor; ansiedad,
angustia frente al problema. La persona piensa, no entiende
por qué no tienen buenas relaciones sexuales o las
evitan.
Luego surge lo que los sexólogos
clínicos denominan “Anticipación al fracaso”.
Existe temor; anticipación al fracaso por los mismos
factores anteriores. Aquí la siquis influye sobre el
sistema hidráulico, tanto el pene como los genitales
de la mujer; para excitarse, deben permitir la entrada de
sangre a los mismos. Nuestro propio organismo se opone a la
erección por unos músculos que se contraen y
cierran las arterias, la sangre no puede ingresar a nuestros
genitales, porque el temor libera más neurotransmisores
que contraen las arterías impidiendo el ingreso de
sangre. Cuando el hombre tiene miedo, sus genitales se achican,
se arrugan; y las mujeres no pueden lubricarse, mojarse, no
se excitan.
Cuando “existen problemas”,
el logro de la erección es algo completamente imposible
de lograr o controlar en forma voluntaria. Pero lo más
significativo es que, en estas condiciones de temor; no solo
afecta al hombre; la mujer; por un mecanismo de retroalimentación,
tiene temores con respecto a sus habilidades o autoestima,
pues teme que algo que ella haga creará ansiedad y
traerá fracasos en la relación sexual. Comienza
a dudar de sus propios atractivos y cualidades como amante.
Estas tensiones o temores hacen fracasar la relación
sexual. Lo mismo ocurre cuando la mujer no puede lograr su
orgasmo. Ya que ella duda de su propia funcionalidad, y su
pareja sexual, se preocupa de que él no pueda producir
una respuesta u orgasmo en la mujer. Duda de su propia masculinidad,
de su eficacia o capacidad como amante. Estos temores producen
ansiedad, hacia su propia eficacia, como a la inhabilidad
de su pareja para el logro orgásmico.
Estos temores y fracasos llevan a una etapa
más avanzada para introducir a la pareja en el cuadro
de “Matrimonios sin sexo”; es la “anticipación
al fracaso”. El hombre piensa, la mujer piensa, ambos
piensan: La erección no se va a producir o bien “
no va a durar el tiempo suficiente para la obtención
del orgasmo y ello la dejará tensa, nerviosa, insomne,
insatisfecha. En otras palabras, las personas están
mentalmente anticipando el fracaso. Ambos están concentrados
en la idea previa de que el acto sexual fracasará y
eso mismo lleva que así sea.
Otra etapa más en esta secuencia
es que impulsado por el instinto sexual que es fuerte, las
personas realizan o intentan realizar el acto sexual y durante
este proceder se están observando mentalmente, es la
“auto observación” o “rol del espectador”.
¿Vendrá la erección? ¿Se producirá
el orgasmo? ¿Atajaré la eyaculación?
En esta etapa del comportamiento sexual,
eventualmente la erección o no viene o es insuficiente;
la eyaculación es rápida; no se produce el orgasmo;
la secuencia clínica del acto es cada vez más
frecuente; ocurren “recriminaciones: él, por
las fallas eréctiles; las dudas de autoestima; la idea
de la existencia de una tercera persona; todo ello mina y
destruye la relación.
Es frecuente que en esta etapa estos hechos
produzcan lo que en clínica sexológica denominamos
“disfunción del deseo sexual o deseo sexual hipoactivo”.
Esta secuencia de hechos con fracasos sucesivos,
actos sexuales fallidos, deterioran la pareja a través
del tiempo. La insatisfactoria vida sexual lleva a la “evitación”
para no tener más frustraciones o displaceres.
Todo ello conforma el cuadro clínico
de “Matrimonios sin sexo” y existen en gran proporción
y a todas las edades. Los componentes de la pareja asume que
no pueden o no tienen relaciones sexuales placenteras y por
ello tratan de perfeccionar los otros aspectos del contexto
matrimonial, como la economía, hijos, relaciones sociales
intensas, viajes, compras, parientes, etc. o bien deciden
la separación.
Prof. Dr. Oscar Sapena Pastor
Todos los derechos quedan reservados al autor. |