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DISFUNCIONES SEXUALES - MATRIMONIOS SIN SEXO

Art. 53- Fecha: 04-12-2006

 

Un grupo importante de matrimonios desarrolla una forma de interacción que los sexólogos denominan “Matrimonios sin sexo”. No tienen relaciones sexuales o tienen algunas esporádicas y malos encuentros íntimos. Este problema no respeta edades. El sexólogo clínico, Oscar Sapena Pastor; realizó para Teveo un analísis de esta situación.

La causa fundamental de los “matrimonios sin sexo” es que se ha instalado una disfunción sexual. Es decir, uno o amos miembros de la pareja expresa que no disfruta plena y adecuadamente de las relaciones sexuales.

En ellas, el hombre ha desarrollado un problema de erección, o su eyaculación es rápida o no tiene deseos sexuales; mientras que la mujer no se excita, no se moja, no se lubrica, no llega al orgasmo o tiene un bajo deseo sexual.

Los sexólogos clínicos mundialmente afirman que cuando la interacción sexual es menor a una relación sexual cada 10 días, existe un problema de interacción sexual hipoactiva.

Por otro lado, en los matrimonios de edades superiores a los 45 años de edad se deben descartar: problemas cardiovasculares, hepertensión, hipotensión, medicación por hipertensión, diabetes, artritis, artrosis y su medicación, depresión, medicación con ansiolíticos, antidepresivos, sedantes, tranquilizantes, alcohol, tabaco, obesidad y sus complicaciones. Es “importante descartar un problema de salud general”.

Tanto en matrimonios de edad como en jóvenes existe un “factor disparador” que comienza a “evitar” la interacción sexual. Ello es porque la buena relación sexual es “euforizante”, libera sustancias que nos hacen sentir bien, son los neurotransmisores, como las endorfinas y los alfa y beta diol derivados; y la mala relación sexual es depresiva, hace sentir mal a las personas; y hay que recordar que el ser humano busca el placer y evita el dolor. Es por ello y como consecuencia de uno de los “factores disparadores” antes mencionados, que se instala una cadena de eventos sicológicos que hacen que la pareja finalmente no tenga relaciones sexuales; a ello se suman, además del fracaso, el hastío o la rutina de malas relaciones sexuales.

Estos eventos desencadenantes instalan un síndrome sicológico que se inicia porque uno de los integrantes de la pareja experimenta temor; ansiedad, angustia frente al problema. La persona piensa, no entiende por qué no tienen buenas relaciones sexuales o las evitan.

Luego surge lo que los sexólogos clínicos denominan “Anticipación al fracaso”. Existe temor; anticipación al fracaso por los mismos factores anteriores. Aquí la siquis influye sobre el sistema hidráulico, tanto el pene como los genitales de la mujer; para excitarse, deben permitir la entrada de sangre a los mismos. Nuestro propio organismo se opone a la erección por unos músculos que se contraen y cierran las arterias, la sangre no puede ingresar a nuestros genitales, porque el temor libera más neurotransmisores que contraen las arterías impidiendo el ingreso de sangre. Cuando el hombre tiene miedo, sus genitales se achican, se arrugan; y las mujeres no pueden lubricarse, mojarse, no se excitan.

Cuando “existen problemas”, el logro de la erección es algo completamente imposible de lograr o controlar en forma voluntaria. Pero lo más significativo es que, en estas condiciones de temor; no solo afecta al hombre; la mujer; por un mecanismo de retroalimentación, tiene temores con respecto a sus habilidades o autoestima, pues teme que algo que ella haga creará ansiedad y traerá fracasos en la relación sexual. Comienza a dudar de sus propios atractivos y cualidades como amante. Estas tensiones o temores hacen fracasar la relación sexual. Lo mismo ocurre cuando la mujer no puede lograr su orgasmo. Ya que ella duda de su propia funcionalidad, y su pareja sexual, se preocupa de que él no pueda producir una respuesta u orgasmo en la mujer. Duda de su propia masculinidad, de su eficacia o capacidad como amante. Estos temores producen ansiedad, hacia su propia eficacia, como a la inhabilidad de su pareja para el logro orgásmico.

Estos temores y fracasos llevan a una etapa más avanzada para introducir a la pareja en el cuadro de “Matrimonios sin sexo”; es la “anticipación al fracaso”. El hombre piensa, la mujer piensa, ambos piensan: La erección no se va a producir o bien “ no va a durar el tiempo suficiente para la obtención del orgasmo y ello la dejará tensa, nerviosa, insomne, insatisfecha. En otras palabras, las personas están mentalmente anticipando el fracaso. Ambos están concentrados en la idea previa de que el acto sexual fracasará y eso mismo lleva que así sea.

Otra etapa más en esta secuencia es que impulsado por el instinto sexual que es fuerte, las personas realizan o intentan realizar el acto sexual y durante este proceder se están observando mentalmente, es la “auto observación” o “rol del espectador”. ¿Vendrá la erección? ¿Se producirá el orgasmo? ¿Atajaré la eyaculación?

En esta etapa del comportamiento sexual, eventualmente la erección o no viene o es insuficiente; la eyaculación es rápida; no se produce el orgasmo; la secuencia clínica del acto es cada vez más frecuente; ocurren “recriminaciones: él, por las fallas eréctiles; las dudas de autoestima; la idea de la existencia de una tercera persona; todo ello mina y destruye la relación.

Es frecuente que en esta etapa estos hechos produzcan lo que en clínica sexológica denominamos “disfunción del deseo sexual o deseo sexual hipoactivo”.

Esta secuencia de hechos con fracasos sucesivos, actos sexuales fallidos, deterioran la pareja a través del tiempo. La insatisfactoria vida sexual lleva a la “evitación” para no tener más frustraciones o displaceres.

Todo ello conforma el cuadro clínico de “Matrimonios sin sexo” y existen en gran proporción y a todas las edades. Los componentes de la pareja asume que no pueden o no tienen relaciones sexuales placenteras y por ello tratan de perfeccionar los otros aspectos del contexto matrimonial, como la economía, hijos, relaciones sociales intensas, viajes, compras, parientes, etc. o bien deciden la separación.

Prof. Dr. Oscar Sapena Pastor
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