Antes que nada debemos aclarar que la Intimidad
de las parejas tiene dos aspectos; la intimidad emocional
o afectiva y la sexual. Es decir que los aspectos totales
de las parejas, va más allá de la simple genitalidad
o relación sexual; y que ambos “son indispensables
para un buen relacionamiento de pareja o matrimonio; ya que
a veces cuando la “intimidad sexual”, falla o
está “postergada”, la intimidad emocional
muchas veces es el pilar para que la pareja sobreviva.
En general la intimidad, es una situación,
tendencia, o una unión afectiva o corporal y/o sexual
de dos personas; estructurada en atenciones, e interacciones
sensoriales, genitales, sexuales y emocionales reciprocas;
y donde todos los canales de comunicación de la pareja,
tiende a un entendimiento mutuo, reciproco.
Digamos que existen, estos dos tipos de
intimidad: la emocional o afectiva y la sexual. Ambos son
indispensables para el mantenimiento de la unión o
matrimonio. Es por ello que los investigadores de la conducta
humana; los sexólogos clínicos; y los terapeutas
de pareja atribuye a cada uno la mayor importancia.
La intimidad emocional o afectiva es la
que compromete los sentimientos, el amor, las emociones; el
convivir diario; con sus discrepancias; coincidencias, opiniones
y verdades. Es un permanente compartir los diferentes aspectos,
sicológicos, conductuales y comportamientos de ambos.
Es un dar y recibir continuo, de todos los aspectos emocionales
de uno mismo y de la otra persona. Ello supone un compromiso
de intercambio activo, de todas las secuencias de la vida;
ser concientes de los defectos y virtudes sicológicas,
físicas y amatorias. La intimidad emocional es tan
importante, como el sexo adecuado o satisfactorio, y en muchas
ocasiones es el pilar de sostén para que la pareja
sobreviva cuando el sexo falla; y muchas veces el muro de
contención para evitar la separación de la pareja;
y es a veces la fuente donde se nutre y se apegan las personas
para superar momentos difíciles; así como también
son aspectos “muchas veces olvidados”, no le damos
importancia y es fuente de requerimientos en la pareja, más
aún en la mujer.
Por el otro lado está la intimidad
sexual, que pensamos es “solo el coito”; pero
va, más allá, no es solamente erección,
orgasmo, eyaculación; implica una continua apertura,
donde debe existir aceptación de los cuerpos; dar y
recibir placer; sin que el objetivo único y obsesionante,
sea solo la penetración o genitalidad del acto sexual;
es compartir apetencias, necesidades; aceptar y poder expresar,
todas las variaciones, o distintas posibilidades de satisfacción
de los aspectos sexuales; en todas sus amplitudes y limitaciones.
En los seres humanos, la sexualidad, tiene
matices diferentes; y la intimidad sexual debe ser capaz de
aceptarlas; sin vulnerar a la otra persona en sus gustos,
en su manera de ser.
El poder y deber tener orgasmos recíprocos
y a veces múltiples; y disfrutar del post orgasmo,
muy importante para la mujer. Incluso con el tiempo para no
caer en la rutina y el hastío, enriquecerla, revitalizarla
con alternativas, que impliquen nuevas facetas de placer sensorial
y sexual.
Hemos abordado las distintas características
que hacen a los aspectos de la “intimidad”, la
emocional o afectiva; y la sexual; digamos que estos conllevan,
van de la mano; acompañan a una pareja donde se satisfacen
plenamente, todos los aspectos de la misma. Es la pareja “ideal”
o perfecta.
Pero en nuestra practica profesional en
la sexología clínica, apreciamos conductas,
o situaciones, donde comienzan a fallar los aspectos de la
intimidad emocional, trayendo requerimientos, apetencias que
no están satisfechas; y llevando a frustraciones, desavenencias,
y manifestaciones de desacuerdo en esta área; que yo
denomino “la Disfunción matrimonial”: donde
uno o ambos miembros de la pareja manifiestan su desacuerdo
o desavenencias en el área emocional.
Si fallan los aspectos de la sexualidad,
la erección; o la falta de control eyaculatorio; u
orgásmicas tanto en el hombre como en la mujer; estamos
frente a una “La Disfunción sexual”.
Ambos tipos de disfunciones; debemos afirmarlo,
pueden tratarse y resolverse adecuadamente en las terapias,
dentro de la sexología clínica; pero en muchas
circunstancias, cualquier miembro de la pareja, trata de resolverlo
por su cuenta, ingresando al campo de la “Infidelidad”.
Es aquí, donde arrancamos con los
aspectos o características de lo que denominamos ”Infidelidad
afectiva o emocional”; es “La nueva infidelidad”.
Esta se alimenta con sentimientos, la atracción es
emocional; pero generalmente no existen relaciones sexuales;
si llegará a haberlas es simplemente “Infidelidad”;
donde están presentes el amor y las relaciones sexuales.
En la “Infidelidad Emocional”
prevalecen las conversaciones, las afinidades, los sentimientos,
las atenciones e interacciones sensoriales; los aspectos del
convivir diario, con sus discrepancias, coincidencias, opiniones
y verdades como lo hemos afirmado. Existe una permanente comunicación
de todos los aspectos: sicológicos y conductuales;
es un dar y recibir continuo de todos los aspectos emocionales
y de los aspectos y secuencias de la vida. Pero sin llegar
a la relación sexual; y pareciera que ello mitiga la
culpa; porque en todas las clases de infidelidad “la
culpa” esta presente en mayor o menor grado.
El ámbito laboral, las comunicaciones
por Internet, y los mensajes celulares, constituyen los más
frecuentes lugares de este tipo de comunicación o “infidelidad
emocional”. Es muy frecuente hoy en día y constituye
una amenaza para la estabilidad de las parejas.
Si bien la culpa y las relaciones sexuales
están controladas, genera ansiedad, en las personas,
por el solo hecho de que la dualidad conductual, aunque sea
solo emocional, violenta las costumbres y teniendo presente
que cualquier persona puede tener afinidad por más
de una pareja; y es muy común que trate de mantener
en secreto sus sentimientos, y muchas veces en las comparaciones
puede salir perdedor/a, la pareja habitual; ello puede terminar
por desarrollar vínculos, tan poderosos por la persona
a la cual está ligada emocionalmente; pudiendo esta
atracción mutua; como lo hemos visto en muchos casos
clínicos, generar la aparición de una nueva
pareja; y he aquí que la infidelidad emocional puede
constituirse en un factor generador, de separaciones y divorcios.
Los peligros de la infidelidad emocional,
son más profundos para las mujeres; mientras que la
relación sexual o erótica, sí es adecuada,
lo es para los hombres.
De todas las formas de interacción;
en la infidelidad emocional; incluso hoy en día se
habla: de “adulterio” que hemos citado laboral,
Internet, mensajes por celulares; es el contacto virtual por
Internet, el más tranquilizador; y el que menos culpa
genera; permite una interacción emocional; pero sin
llegar a la relación sexual; hay interacción
psíquica, ocultamiento; incluso infidelidad emocional,
pero el temor al compromiso sexual, lo hace aún “aparentemente
tranquilizador”; a pesar de ello; el “adulterio
electrónico”, ya es tema de debate en la justicia;
y hasta donde puede dañar las relaciones matrimoniales,
ya que el tiempo pasado en el ciber sexo está a un
paso de establecer un crisis real en la vida matrimonial.
La independencia, y el masivo ingreso de
la mujer al mundo laboral, es un caldo de cultivo, para los
romances de oficina o “infidelidad emocional”;
es por ello que en países del primer mundo, obligan
a los trabajadores, a su evitación e incluso penalizan
este tipo de relacionamiento.
Pero en general aceptamos la afirmación,
de quienes están dentro de la problemática,
este tipo de actividades en ciertos y determinados casos permite
establecer una elevación de la autoestima, excitación,
sin mucha culpa, remordimiento, ni relación sexual.
Prof. Dr. Oscar Sapena Pastor
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