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Disfunción del Deseo Sexual
Art.: 38 Fecha: 22-11-2003

 

Luego de las arduas ocupaciones cotidianas, las parejas deben atender y satisfacer los eventuales requerimiento sexuales del cónyuge. Y en muchas ocasiones la respuesta es “no tengo ganas”. ¿Por qué ocurre esto? Esta y otras maneras de presentarse reflejan la actitud sexual de la pareja actual. Al respecto del tema, nos orienta el Dr. Óscar Sapena Pastor, sexólogo clínico.

El problema de la disminución del deseo sexual afecta tanto a parejas modernas como a las parejas mayores. Son dos tipos de parejas. Las que laboral o situacionalmente se ubican en polos opuestos, debido a los diferentes requerimientos de la vida.

Pero a pesar de representar polo opuestos, sexualmente sufren la misma disconformidad o disfunción sexual. Y que en el momento de enfrentarse a la sexualidad no tiene “ganas”. Es la disfunción de deseo o inhibición del deseo sexual que, según el sexólogo clínico Dr. Óscar Sapena Pastor, puede afectar tanto a hombres como a mujeres.

El profesional explicó que las personas sometida a situaciones laborales y hogareñas diferentes también padecen. No tienen “ganas” para la actividad sexual. Esa disfunción tiene una forma de presentación más sutil, pero existe.

Otras disfunciones o problemas sexuales tienen realidades más concretas y objetivas, según el Dr. Sapena. Por lo tanto, la disfunción del deseo tiene límites más imprecisos. En cambio, si el hombre no puede tener erección o falla su eyaculación, el problema o “enfermedad” es más concreto. De la misma forma, si la mujer no tiene orgasmo o el acto sexual es doloroso, el síntoma es más concreto. Pero la falta de ganas es más imprecisa. Además, un mismo síntoma que representa el deseo sexual inhibido no es patrimonio exclusivo de la mujer, sino también del hombre. Ambos, en el momento de los requerimientos sexuales expresan la misma inquietud y manifiestan los mismos argumentos.

RESPONDER AL ESTÍMULO

Es decir, evitan la relación sexual porque no hay “ganas”. Tienen miedo a no responder al estímulo sexual. Ellos las inhiben más aún. Y la evitación a veces por tiempo indefinido es el resultado de estas situaciones. Pero sea la mujer o el hombre moderno, la mujer o el hombre con años, el cuadro es concreto y existe una gama de causas que lo ocasiones y es un problema actual y cotidiano.

Indicó asimismo que la respuesta de la sexualidad ante los estímulos depende de múltiples factores, y sus falencias por fallas también, pero el deseo sexual es fundamental cerebral, neurohormonal y hormonal.

Para recalcar mejor, las múltiples y diversas causas de este problema que afectan a estos dos grupos de personas citadas más arriba, el sexólogo clínico, Dr. Sapena, analiza a continuación.

La que tiene una actividad cotidiana diversa, extrema y sobrecargada y la persona mayor, cuyas actividades no son tan profesionales, eventualmente retiradas de sus labores cotidianas, quizás jubiladas, indistintamente pueden ser hombres o mujeres.

Significó que la base anatómico y funcional del deseo es fundamentalmente el cerebro y sus conexiones químicas, neurohormonales con el hipotálamo, la hipófisis, y más abajo anatómicamente, los ovarios, testículos y la glándula suprarrenal. En otras palabras, el deseo sexual depende de sustancias químicas, que en cadena afectan a todos estos órganos.

Esta interconexión no es simple, es sofisticada y compleja, explicó el Dr. Oscar Sapena. Por eso las mujeres a quienes se han practicado la ovariectomía, es decir, se le ha retirado quirúrgicamente ambos ovarios, sigue sintiendo deseos.

Asimismo, las mujeres que toman anticonceptivos orales, en base a hormonas femeninas sufren en un 30 a 35 por ciento de disminución del deseo sexual. Además, las personas, las personas que se han extirpado quirúrgicamente la glándula suprarrenal, sufre una disminución brusca, aguda y permanentemente de la líbido o deseo sexual.

LAS GLÁNDULAS SUPRARRENALES

Este hecho ha llevado a los científicos e investigadores a concluir que el principal “efector” del deseo sexual es la hormona masculina, producida en las glándulas suprarrenales de hombre y mujeres, y en el testículo de los hombres. La glándula suprarrenal es la del estrés, es el órgano efector en las situaciones de presión, de tensión.

En tal sentido, la actividad desenfrenada del individuo hace que se libere en esta glándula una gran diversidad y cantidad de hormonas que preparan y acompañan al individuo para la lucha. Pero como ésta en el hombre moderno, en la persona actual no es física, las hormonas del estrés producen más efectos nocivos que beneficios.

Las hormonas suprarrenales compiten y disminuyen las hormonas sexuales masculinas, producidas por la misma glándula. Y de esa manera anula la líbido o el deseo sexual, tanto en el hombre como en la mujer. Ello en referencia a la pareja actual, que se halla permanentemente tensionada por los requerimientos dela vida moderna.

En cuanto a los efectos en la mujer mayor, mencionó que se aprecia una disminución de la líbido por disminución de las hormonas femeninas y en el hombre de las masculinas.

En la inhibición del deseo, el aspecto hormonal se complica por el incremento de otra hormona hipofiaria, la prolactina, cuyas cantidades elevadas van acompañadas de disminución del deseo en mujeres y hombres. Además, el aumento de la prolactina lleva a problemas no sólo en el deseo sino también en la erección del hombre.

CIRCUITOS HORMONALES DEL DESEO

Explicó asimismo que siquis desempeña una función importante, en la facilitación o en la inhibición de los circuitos hormonales del deseo. Una relación sexual gratificante, cualquiera sea la edad, con una persona interesada y facilitadora de la sexualidad, estimula los circuitos neurohormonales y hormonales de todo el cuerpo y con ello el deseo sexual.

Por el contrario, las inhibiciones, que son aprendidas, tienen efectos desastrosos en la proyección futura de la relación. En este sentido la existencia de problemas sexuales, son vitales para el mantenimiento del deseo sexual.

Por el contrario, la existencia de problemas erectivos en el hombre, la eyaculación precoz, la imposibilidad del hombre de estimular adecuadamente a la mujer llevan a inhibiciones aprendidas en su compañera sexual.

Y en la mujer, la falta de ganas, la ausencia de orgasmo se proyecta negativamente y disminuyen las inclinaciones sexuales y apetencias del varón. Asimismo la monotonía conyugal es uno de los más importantes inhibidores del deseo sexual. Y por el contrario la presencia de la persona deseada, sus atractivos, la actividad sexual adecuada, constituyen el mejor estimulante del deseo sexual.

También la autoestima persona, juega un papel preponderante en el este campo y cuando ella es baja y falla produce una gran depresión del deseo sexual y existen otras numerosas causa más a tener en cuenta por las parejas que buscan una relación íntima satisfactoria.

Prof. Dr. Oscar Sapena Pastor
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